el cartel, pegado a las puertas del cole, anunciaba desde hacía días: 21 diciembre 2010 ¡fiesta de disfraces!
debo dar las gracias a mi lado occipital
que tras una semana de infarto laboral + un familiar por parte de padre rondando la ciudad,
logró en tiempo récord (misterios de la ciencia),
mandarme señales-clave a modo recordatorio
( pi-pi-pi ¡ojo! que llega momento disfraz pi-pi-pi no te vayas a olvidar pi-pi-pi estoy hablando contigo pi-pi-pi soy tu lado occipital)
para que la que escribe, a las 9.00am de ayer, abriera las puertas del cole y se encontrara con semejante estampa navideña:
¡no di crédito!
a los 6 pastorcillos de belén, a los 2 ángeles celestiales y a 4 (ni más ni menos) Papa Nöel.
y sucedió,
Nikita bajó del carro,
se deshizo de su abrigo
y todos (todos) la vieron
a una pequeña N disfrazada de rock star entre iguales pro-navideños.
a una N pintada con colorete, de tutú con flores, con chapa calavera, guitarra eléctrica y largo collar.
a unos genes musicales de madre (visto lo visto) bastante inusual.
el séquito navideño tiró gorros, cestos, alas y coronas, al suelo... cautivados por una guitarra azul (blue en inglés) complemento imprescindible del disfraz.
N posó para su profe María y cantó una de los Beatles.
mi lado occipital huyó al sentir los dedos de la directora bailar en mi hombro
... ¨¡cobarde!¨ llegué a pronunciar...
la que escribe, que soy, esperó paciente algún comentario, de disfraz inapropiado, de chupetes polizones, de los últimos resultados del test de desarrollo que dicen N tiene coeficiente intelectual sobrenatural (146, resultado de dividir la edad de desarrollo entre la edad real)...
pero NO, nada dijo, excepto: ¨te recuerdo que mañana toca piscina¨
la que escribe, que soy yo, camino del trabajo, sintió (si, una vez más), que no (NO) pertenezco (aun intentándolo) a este remoto lugar, a esta ciudad inhóspita sin igual.
