(des) organizado

16 nov 2011

::: Mea Sharim :::










Mea Sharim, el barrio ortodoxo de Jerusalén Oeste. Pasear por sus calles es impactante, puro salto en el tiempo. Vestidos todos cual S XVIII. A las puertas un cartel te advierte, Ojo! llevas falda hasta los tobillos? llevas cubierto el pelo? manga larga? mira que el color negro da puntos extra... 
Y allí estan ellos, no andan sino vuelan, con abanico de sombreros, tirabuzones (2) en las patillas y una amarañada barba, no te miran a los ojos, bajan su cabeza a tu paso, se acomodan el sombrero, me siento un bicho raro.
Y sucedió, mujer pequeñita-discreta-susurra que entre, me invita a pasar, por una puerta, su sonrisa (y mi elevada curiosidad) hacen todo lo demás. Estoy donde ella está, su día se colapsa ahí, en esas 4 paredes, rezando. Me empuja celestial a mirar por una ventanita-chiquitita cubierta por una cortinita-blanquita de bordados, empuja una esquinita, la miro, me mira, y miro al otro lado. Hombres movimiento vela (pa´lante, pa´trás) rezan y rezan tránticamente. Mis 7 puntos cardinales se erizan, me siento como una mujer blanca de aires alocados sin falda larga ni puntos extra extasiada y afortunada por ver algo tan (pero tan) especial. ¿me haces una foto? of course. Se acomoda sus gafas de sol, abre la Torá, hace que la lee (una vez más) y click, ya esta! ¿te la enseño? mira por encima de mi hombro, se oye un suspiro profundo que al segundo se transforma en duda razonable ¿esa soy yo? si bella mujer, esa eres tu, en tu esquinita, en tu plácido lugar, ahí donde te come el tiempo, donde sonríes tan tímida y me invitas, educadamente, a irme ya. 

Es imposible disfrutar de la cámara de fotos en Mea Sharim, encontrarás quejas, gritos, manos cubre-caras (incluidos las tallas xxs), es el colmo de la privacidad... pero encontré este video que refleja (más menos que más) lo que vieron mis ojos (quitemos la parte de felicidad, hablo más de la sensación de caminar por esas calles tan apartadas de lo que hoy es la realidad para el lado occidental)



































y como regalo a mis ojos N en el muro sagrado, en el de las lamentaciones, rodeada como estaba de velitas rezando mujeres que cubren sus caras con la torá, mientras eLLa permanecía allí, tirada en el suelo, estudiando el mapa de la ciudad. Si hay algo que adoro de N es lo que me hace sentir al otro lado de la cámara. Angulos y perspectivas nuevos, lugares increibles que se transforman en algo corriente para eLLa... mil gracias N, por darle importancia solo a las pequeñas cosas.